Críticas


Críticas




 Alvaro Spagnesi  e  Rita Albera 
Pittura dagli accenti mediterranei, vehemente e perentoria, mai lasciata nel vago, quella di Franco Policatsro, giovane artista salernitano che a scelto la spagna come terra d´elezione. 
Il percorso artistico di Policastro, avviato all´accademia di Belle Arti di Firenze, presenta in questa mostra esiti di grande interesse soprattutto nelle vaste composizioni astratte, giocate sui toni caldi del vermiglione e dell´ocra gialla, in cui gli inserti "informali" si stemperano nel dosato comporsi di sagome geometrizzanti legate da sapide campiture.
L´artista non pone limiti alle propie possibilitá espressive, non tende a chiudersi in un facile "cliché" ma affronta d´impeto i rischi di una ricerca multipla, passando da esperienze figurative ad indagini di carattere astratto.
Questo spingersi simultaneamente in varie direzioni, che alla superficiale analisi di un affrettato osservatore potrebbe apparire mera dispersione di forze, fa parte di una realtá di unico programma di ricerca sulla purezza della forma  su frammenti dell´esistente ricondotti ad essenzialitá geometrica.
Come ingranaggi di un unico sistema controllato dall´artista, i vari aspetti dell´indagine pittorica di Policastro funzionano in sincrono generando le fonti per nuove realizzazoni di straordinaria ricchezza cromatica e di notevoli sintesi formale.
Al centro di questo sistema sta indubbiamente un grande interesse per la figura umana che, alterata e inconoscibile, si pone come proiezzione sfuggente, presenza misterica percepita come forma o impronta "vuota" nello spazio.Indaga esplicitamente o appena evocata, la figura mantiene la sua inquietante assenza d´identitá e quasi simbolicamente un valore cromatico scuro - nero, prussia o brunone definisce la tipica "silohuette" da maniquino vivente.
L´attenta e calibrata composizione di molte opere astratte si svolge per semicerchi che si congiungono/frangono/intersecano, generando una sorta di visione caledoiscopica in cui rifrazioni di luce accecante sbalzano sagome antropomorfe.
In altri casi la foga cromatica di Policastro si concentra in rapidi colpi di spatola ove affiora l´urgenza e la spontaneitá del gesto ripresa ed iterata nelle graffiature e nell´automatismo delle sequenze segniche.
La ripetizione quasi ossessiva della traccia curvilinea e del tratteggio parallelo, retaggi sintomatici dell´operare pittorico, tornano anche nelle tele sagomate e/o ritagliate presentandosi come occasione astratte in ambiti "neodada".
Ma franco Policastro rimane comunque un convinto assertore della funzionalitá della linea: corposa o filiforme, scattante o rigida, essa interviene ad ordinare dense concrezoni materiche, definisce sintetiche impressioni figurali o si presenta una sola, come in un bel saggio a sanguigna e gessetti, ad evocare forme armoniche di un corpo in movimento.
Ed é propio questa predisposizione a cogliere l´astrazione insita nel "reale", questa capacitá di distillare armonie da contesti "naturalistici", a mettere in grado Franco Policastro di presentarci opere limpide, mai artefatte, que raccogliendo l´ereditá dei movimenti artistici del novecento, declinano con linguaggio contemporaaneo i moti arcaici e sempre nuovi dell´esperienza del vivere umano.

                                                                            Alvaro Spagnesi
    Firenze 31/ 10/ 83





Rita Albera
La materia, densa, pastosa, si compone in ampie macchie di vorticante colore.
Il disegno é spesso sottinteso, ma in questo magma di rossi, bruni, azzurri si intuiscono esoterici profili di cavalieri, madonne e deserti paesaggi su cui giova un silenzio colmo d´attesa. Sono le immagini sfogate di un modo previssuto ed elaborato dall´inconscio che la razzionalitá sensibile instintivamente riproduce con pennelate ora piatte ora farneticanti ora graffiate sempre di grande intensitá.
La drammaticitá e il motivo di questa pittura ed anche lá dove essa pare trovare un piú pacata atmosfera, il segno rimane icastico ed essenziale cosí che giungendo al suo limite estremo si esprime in nitidi tagli su appunti di colore.
Pittura drammatica e per certi versi romantica, che se questo termine cosí strabusato serve ancora ad indicare un appasionato movimento dell´animo.

Rita Albera

José Manuel Vera   1986 
     En la misma onda, al mismo ritmo de la tecnología, el arte se trasforma en este siglo vertiginosamente. Todas las teorías académicas sobre las etapas evolutivas de los estilos, se han derrumbado como un castillo de naipes. Cada pintor es distinto. El faraón el abad, o el burgués, ya no controlan con sus dictados a los artistas. El arte es un ejercicio libre de perjuicios contra la rutina. La multiplicidad es el estilo predominante de la ultima década. todo esta hecho, y todo esta por redescubrir.
     Naturalismo y abstracción son términos sin fronteras, límites imprecisos. la percepción es individual y intransferible.
      A fines del siglo xx, el mundo es una aldea vista desde la luna, el arte es la libido desatada del yo froidiano, y los caminos de la belleza artificial son infinitos.
         La pintura de Policastri es polifacética e poligonal, reconozco en su obra varia vertientes:

  Un impresionismo abstracto, pasión-painting, producto de un impulso irracional y emotivo, de colores vivos vigorosamente aplicados, dominado tanto por la curva como por el Angulo, lleno de un movimiento y una vitalidad neo- barroca, y con una ruptura del marco rectangular.
      Una línea sintética y figurativa, de dibujo geométrico irregular, con un trazo definido y preciso, y un rayado característico y original, que yo situó en un post-cubismo dinámico y un futurismo pacifico revival.
       Y una ultima tendencia basada en la transparencia, la luz y la sombra, donde el concepto predomina sobre el impulso, y la forma y la textura sobre el colorido, con una ordenación espacial clásica y equilibrada, pero dentro de un ideal estético abstracto, por la interpretación contemporánea de la realidad como cosa indistinta, inalcanzable e inserta.
       FRANCESCO POLICASTRO, al margen de los análisis intelectuales y la catalogaciones críticas, pinta lo que siente, y no se cuales son las leyes interiores que rigen estas VIBRACIONES suyas, a mi, personalmente, me gusta su pintura, punto.
       Porque, como diría su paisano, Giulio Carlo Argan:
"L´arte e fatto per guardare fisso"
     Que quiere decir, más o menos, traducido o traicionado, que el arte, en ultimas instancia, le sobran las palabras, y que la logica metafísica del discurso histórico artístico, en pintura nunca puede superar en emoción, al placer irracional de una mirada propia, profunda sin explicaciones

                                                                  José Manuel Vera 

1988
Franco Policastro italiano de nacimiento y gaditano de residencia habitual. combinación esta no poco frecuente a lo largo de la trimilenaria historia Urbana de Cádiz y de Italia. 
Su temperamento de apariencia tranquila, contrasta con su pintura impactantey apasionada. Como otros artistas plásticos, que maduran en la generación de los 80 durante el periodo de las llamadas transvanguadias o postmodernidad, posee un estilo personal, intransferible y ecléctico, que participa, en un caso concreto, en el racionalismo constructivista y en el impulso vital del expresionismo abstracto.
Pinta sobre todo, figuras en espacios imaginarios, libros relojes, y directamente, formas abstractas.
Todo ello, con un excelente oficio, sentido de composición, armonia de los tonos, densidades en las texturas y con unas calidades pictóricas tan evidente que, mirando su obra despacio, te puede gustar mas o menos- a mi, particularmente me gusta mucho-, pero nadie puede decir en serio la frase de la incomprensión del arte <moderno: "esto lo hace mi hijo".
No obstante, si alguien tiene un hijo pequeño que pinte igual de bien que Policastro, le aseguro que, con esa mezcla de precocidad y talento, tiene un genio en le familia.
                                                                                           José Manuel Vera 




1992
FRANCO POLICASTRO 
O EL CONFLICOTO DE LOS COLORES  Y LAS FORMAS 

Pincelada a la vez efímera y rotunda la de francesco policastro, como anuncio de este drama de la estética que debe ser el arte plástico. Por supuesto que nuestro pintor no puede olvidar su conciencia mediterránea, pero hablar ahora del color y la luz de su Salerno natal  -que sí,que se le escapan del pincel como sin querer- sería superficial u tópico, porque en Policastro hay otras muchas cosas.
De momento , hay como una obsesión recurrente por dar fe de ese debate entre la sugerencia y la confirmación; de ahí los contraste de color, unas veces violentos y otras sosegados, que dejan entrever en ocasiones una figura humana reinventada y adivinable, unas formas orgánicas que nos observan o que se difuminan entre los restante elementos del cuadro. A través, pues, de esa existencia efímera y al mismo tiempo permanente, los objetos de la imaginación de nuestro pintor van levantando acta del terrible  conflicto del mundo que él ha descubierto a su paso por la vida.
   Pero como todo gran pintor, Policastro tiene mucho de poeta, Esta ánforas arcaicas e incaicas no son mas que la estrofa armonizadas del contexto poemático que forma esta exposición Sevillana. Esos trazos de espátula dado con valentía o ese golpe espontáneo del pincel legan como una honda voz poética al espectador y éste recoge la intención y el mensaje con veneración y se siente poeta como el pintor. He aquí otra faceta de Policastro: hacer del espectador partícipe de su obra, cómplice y creador de lo que siente ante sus ojos.
       Para confirmar esa actitud, ahí están esos rostros sólo intuidos entre los trazos de un color que parece huir de nosotros, esas pinceladas delicadamente inacabadas, que nos invitan a que terminemos con nuestra imaginación la idea que deslumbró el artista en su propia mente. Esta recurrente obsesión de moverse desde lo espontáneo y sugerido a lo permanente y confirmado, constituye el auténtico discurso meditativo del arte que es en el caso de esta exposición se concentra en el contraste de lo antiguo frente al contemporáneo- el ánfora pretérita, azteca o inca, junto al moderno utensilio consumista- al mismo tiempo que se ofrece un homenaje al habitante precolombino invadido, descoyuntado, por el hombre europeo: un motivo mas de reflexión que nos ofrece Policastro en os días jubilares de este Quinto Centenario.
                                                                  Manolo Pérez Casaux.


 1994
Bernardo Palomo 
EL arte actual inmerso e un profundo proceso de revisión, busca con ansiedad los criterios básicos que aporten una meridiana claridad a una situación a la que ha sido abocada por el excesivo apresuramiento de no pocos que, autoproclamados paladines de la modernidad, dictaron unos tácitos postulados que sólo consiguieron crear el absoluto desconcierto en unas actuaciones que, cada vez más, se hacían incontrolables, incluso, para los que habían cimentado tan incongruente desarrollo. Se vivieron unos años ochenta en los que, casi todo era válido; en los que cualquier planteamiento llegaba a convertirse en ley absoluta sólo con estar fundamentada en unas farragosas argumentaciones dialécticas, sobre todo, venir auspiciado por aquellos que, en nombre de una hipotética vanguardia – adquirían privilegios de infalibles verdades seguidas, incondicionalmente, por legiones de espíritus pusilánimes que se subían al carro de luna falsa modernidad vacía y efímera. Mientras tanto entre tantas turbulencias conceptuales, muchas participaban de un ejercicio serio, ajeno, por completo, a las veleidades que se macaban desde ciertas galerías de relumbrón o por algunos advenedizos que buscaban mas su propio prestigio qu el desenlace lógico de una actividad que, claramente estaba perdiendo los rumbos,
Francesco Policastro es unos de los artistas a los que todo esto le ha cogido en la soledad íntima de su estudio, ejerciendo la autentica función a la que el autor debe dar prioridad: la del trabajo sistemático. Los de mas solo le sirve de mera referencia marginal.

2002
El Arte Contemporáneo  mantiene unos esquemas abiertos que dejan a un lado posturas tan inflexibles como la disciplina de lo concreto, la dictadura de la técnica o el patrimonio de la mimética realidad; por el contrario, abre unas perspectivas infinitas por donde pasa la luz diáfana de lo creado con el impulso vital, con el juego puro de la expresión, con el simple desarrollo colorista, en definitiva, con la espontaneidad de la forma plástica.
La exposición que nos ocupa es el reflejo de un trabajo que, lejos de credos estéticos, de predicamentos plásticos interesados o de simples desenlaces comerciales, sólo busca dar forma artística a una desmedida ilusión. Son obras que surgen, sin estridencias compositivas, de lo más íntimo, que exteriorizan la más absoluta pureza, el germen natural que contribuye a la formación final de un asunto que se pretende lleno de artisticidad. 
Franco Policastro, artista curtido en mil batallas, heredero de una tradición vieja y sabia e inmerso en un espacio geográfico lleno de inquietante espiritualidad, ha ideado una experiencia que busca dar forma artística a unos elementos plásticos. Con ello se pretende que una serie de objetos cotidianos, cosas ajenas a la realidad artística, manifiesten sus muchas posibilidades estéticas. Los materiales, de variada y dispar naturaleza, mínimamente manipulados, provocan las más inesperadas acciones. El artista da pistas, abre caminos, deja entrever los muchos resquicios de una obra de arte y lanza inquietantes guiños a un espectador del que se espera su contribución.

Y es que esta exposición, además de presentarnos el esclarecedor trabajo de un artista en ejercicio, sirve para un buen fin. El dinero recaudado de las obras vendidas pasará íntegramente a Cáritas, en un afán solidario que conjuga nobles espíritus.
La muestra nos va a permitir encontrarnos, de nuevo, con la obra de un artista que sabe mucho y bien de la naturaleza viva de una plástica abierta que permite los más inesperados encuentros. Sabremos de las muchas posibilidades de los objetos cotidianos que, en un afán esclarecedor, dejan de manifestar su arbitraria realidad artística diaria para adoptar una nueva función mucho menos prosaica y acceder a los postulados de la emoción artística. 
Franco Policastro volverá a recrear el sentido final de la materia, sentará las bases de un nuevo objeto artístico, potenciará la naturaleza plástica de las cosas y acentuará las muchas posibilidades de lo más inmediato.
A todo ello se necesita, ahora más que nunca, la complicidad de los espectadores

                                                                                                                                                                     Bernardo Palomo



A PROPÓSITO DE LOS MUNDOS DEL
ARTISTA
FRANCESCO POLICASTRO


              Los creadores como los semidioses, se distinguen porque vulneran el yugo de los convencionalismos al que están uncidos los demás mortales, establecen sus propios códigos y pautas de conducta y desprecian y/o soportan con estoicismo el dolor y la pena que su actitud de adalides pueda provocarles. Ahora bien, si en su camino muchas veces plagado de soledad e incomprensión, consiguen finalmente sus propósitos, llegan incluso a imponernos sus particularísimas visiones del mundo y marcan directrices al resto de los humanos que tarde o temprano, seguiremos y aplaudiremos. Si de algo estoy seguro es que Francesco Policastro Iuzzolino, un artista italiano de pequeña estatura y complexión, afincado desde hace una decena de años en la Bahía de Cádiz, pertenece por derecho propio a esa restringida estirpe de seres que no sólo tienen muy claro hacia dónde se dirigen, sino que están dispuestos a darlo todo por aquello que les guía. El espacio tridimensional al que estamos tan acostumbrados encorseta a Policastro, los colores que mezcla en su paleta y las organizaciones estéticas que trabaja pueden multiplicarse hasta el infinito o reducirse y desvanecerse. Sus configuraciones pasan de ser evanescentes y cálidas hasta convertirse en frías y agresivas, los materiales que elabora -a nadie niego que es un alquimista- pasan a formar parte de su mundo, me autocorrijo, de sus mundos, según el estado de ánimo o la preocupación transcendental en la que está inmerso. En su gestación artística, si se observa con los ojos del alma y tras habernos desnudados de las miserias humanas a las que estamos tan atados, claramente se aprecia el poder de convencimiento de su creador, que está avanzando con paso firme hacia nueva concepciones o, como él propio artista dice, la senda que discurre hacia el manierismo de la abstracción.
Un consejo para penetrar en el halo de misterio del universo de las pinturas de Franco Policastro, es acercarse a ellas y a su cosmos con la pureza y la candidez de los niños, y desde esta óptica, dejarse acariciar tanto por las brisas como zarandear por las tormentas interiores que es capaz de desencadenar. Lejos, muy lejos queda ya el arte de mensaje rectilíneo y unidireccional, el fin de milenio nos ha traído obras complejas donde se esboza más que se muestra, donde cuanto menos se muestra más esencia se extrae y ese es, el espinoso camino por el que Policastro ha apostado todo lo mucho que tiene y sabe de pintura. Alejado de los cenáculos y armado únicamente con las herramientas del equilibrio y de la armonía, produce pinturas en un estilo propio donde no se aprecian 
influencias o de existir, se han tamizado tanto, que se nos hace casi imposible detectarlas.
Este creador, que día a día trabaja en su taller sin concederse descanso, encara los proyectos e ideas que le interesan de forma compulsiva, posiblemente como consecuencia de su origen salernitano y carácter apasionado, hasta la obstinación y agotamiento físico del artista y del propio argumento. Enfrentado al proceso de creación de cada obra con sinceridad y sin aspaviento alguno, escarba concienzudamente entre sus entresijos hasta penetrar en los pantanosos ámbitos de la duda, allí donde es imposible la mentira, donde fracasa estrepitosamente la realidad y sólo los sueños avanzan de puntillas, tenues espacios de luz y de tinieblas; por eso sus obras, lejos de mostrarnos respuestas esbozan las incógnitas que el artista se plantea en la soledad de su taller. Policastro no es un pintor onírico, no desvela sueños, plasma impresiones de los distintos ámbitos interiores en los que se mueve de forma cotidiana, se podría decir que sus series guardan un paralelismo con el cine, son fotogramas que explican el proceso creativo. De esta forma de concebir el arte nacen composiciones de muchas lecturas, de múltiples aristas para su aceptación. No señala imágenes para la mayoría de los ojos, necesita del sigilo y complicidad del espectador, del público, da otro paso adelante y aún a pesar de transitar por la senda de incomprensión, nos entrega el resultado de una investigación sincera que a veces puede ser vehemente o serena, según el tramo del sendero que se esté recorriendo. Efectivamente, los creadores como los semidioses están ahí para que los sigamos.  
                                                                                        Jesús María Serrano



2002
El Arte Contemporáneo  mantiene unos esquemas abiertos que dejan a un lado posturas tan inflexibles como la disciplina de lo concreto, la dictadura de la técnica o el patrimonio de la mimética realidad; por el contrario, abre unas perspectivas infinitas por donde pasa la luz diáfana de lo creado con el impulso vital, con el juego puro de la expresión, con el simple desarrollo colorista, en definitiva, con la espontaneidad de la forma plástica.
La exposición que nos ocupa es el reflejo de un trabajo que, lejos de credos estéticos, de predicamentos plásticos interesados o de simples desenlaces comerciales, sólo busca dar forma artística a una desmedida ilusión. Son obras que surgen, sin estridencias compositivas, de lo más íntimo, que exteriorizan la más absoluta pureza, el germen natural que contribuye a la formación final de un asunto que se pretende lleno de artisticidad. 
Franco Policastro, artista curtido en mil batallas, heredero de una tradición vieja y sabia e inmerso en un espacio geográfico lleno de inquietante espiritualidad, ha ideado una experiencia que busca dar forma artística a unos elementos plásticos. Con ello se pretende que una serie de objetos cotidianos, cosas ajenas a la realidad artística, manifiesten sus muchas posibilidades estéticas. Los materiales, de variada y dispar naturaleza, mínimamente manipulados, provocan las más inesperadas acciones. El artista da pistas, abre caminos, deja entrever los muchos resquicios de una obra de arte y lanza inquietantes guiños a un espectador del que se espera su contribución.

Y es que esta exposición, además de presentarnos el esclarecedor trabajo de un artista en ejercicio, sirve para un buen fin. El dinero recaudado de las obras vendidas pasará íntegramente a Cáritas, en un afán solidario que conjuga nobles espíritus.
La muestra nos va a permitir encontrarnos, de nuevo, con la obra de un artista que sabe mucho y bien de la naturaleza viva de una plástica abierta que permite los más inesperados encuentros. Sabremos de las muchas posibilidades de los objetos cotidianos que, en un afán esclarecedor, dejan de manifestar su arbitraria realidad artística diaria para adoptar una nueva función mucho menos prosaica y acceder a los postulados de la emoción artística. 
Franco Policastro volverá a recrear el sentido final de la materia, sentará las bases de un nuevo objeto artístico, potenciará la naturaleza plástica de las cosas y acentuará las muchas posibilidades de lo más inmediato.
A todo ello se necesita, ahora más que nunca, la complicidad de los espectadores.

                                                                                Bernardo Palomo

Año 2004
OBRA Y COSMOVISIÓN DE POLICASTRO

La madurez y personalidad que identifica -sin género de dudas- la obra de Policastro, no ha sido consecuencia ni del azar, ni de apoyos y mecenazgos particulares o institucionales. Este pintor se ha dedicado a su trabajo creativo con una férrea voluntad a lo largo de los años, esta actitud suya ha servido para subirse a los andamios de las iglesias y dedicarse a la restauración de preciadas piezas insustituibles y, sin solución de continuidad, reencontrarse en el estudio que es el ámbito de su proyección interna para viajar, aprender, trabajar y descubrir su propia cosmovisión estética sin salir del mismo.  Quizás sea por ello que Policastro repita compulsivamente que la realidad es imperfecta por lo que el arte debe imitar esa divina imperfección. Carece de secretos, se considera un trabajador al que se enfrenta diariamente desde el respeto y profundo conocimiento de su oficio. Todo para este artista es susceptible de convertirse en objeto artístico, su propio estudio y vivienda bien lo demuestran.

Se mueve en cuantas disciplinas seductoras considera útiles para su arte: escultura, cerámica, hierros, montajes, fotografías, y se rodea de gran cantidad de materiales que integra en sus obras desde el eclecticismo. Confiesa que en su trabajo diario no busca nada, los motivos surgen espontáneamente como fruto del estricto desarrollo creativo diario, así manifiesta que el conjunto de la obra de todo autor es el reflejo de su carácter, modo de vida y forma de enfrentarse al mundo que lo rodea.

Podríamos definirlo como incansable al desaliento, siempre dispuesto a establecer nuevas trayectorias y vectores que a veces divergen y otras convergen, esto no le preocupa, entiende que la vida es contradicción en sí misma y esfuerzo sobre todas las cosas, “nada se nos regala” para todo hace falta talento y trabajo.

Jesús María Serrano
El Puerto de Santa María

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